Foto: Luciano Cagliardi.
BUSCA UN MUNDO QUE TUS PADRES NO PUEDAN DESTRUIR
Busca un mundo que tus padres no puedan destruir
donde los miedos que heredaron no sean admitidos,
donde las luces que los guiaron se apaguen al unísono
y los estándares de vida que los moldearon se desdoblen en tus manos.
Contribuye a un mundo nuevo,
desiste de la propaganda, rechaza el modelo,
busca un mundo que tus padres no puedan destruir
donde el valor de las personas no sea pesificable,
donde el éxito sea un cuento que nadie se traga
y los mártires crucificados cuelguen mudos de la pared.
Busca un mundo que tus padres no puedan destruir,
la vedette se lamenta sobre sus tetas desmoronadas,
sus caderas ya no arrancan ni un solo suspiro,
ningún cuello torcido queda a su paso,
ha perdido todo aquello para lo que un día vivió: los demás.
Desaparecen los dogmas, las certezas, los asideros,
los símbolos de una era se disuelven:
las figuras políticas de mayor peso,
los grandes deportistas, los astros,
las voces de una generación
se apagan una por una,
son arrastrados hacia el olvido por los vientos de cambio
que no dejan de soplar,
nunca dejan de soplar,
desde que el mundo es mundo y hay vida en él.
Los episodios violentos, trágicos, conmovedores
que sacudieron los cimientos de todas las sociedades,
que suscitaron el interés de la opinión pública,
que fueron tema de discusión en hogares, lugares de trabajo y mesas de bar
no podrán ser expresados en lenguaje alguno,
no tendrán nada que decirnos a nosotros,
callarán, de forma inexorable,
para siempre.
Cuida bien tus errores, protege cada fracaso,
guarda celosamente el dolor de todas tus caídas,
que nadie te quite la posibilidad
de familiarizarte con el suelo,
de andar kilómetros y kilómetros en la dirección equivocada,
de mapear tu propia existencia en este mundo
para bien o para mal, para eso es que estamos acá.
Toma tu cabeza y condúcela a toda velocidad contra esa pared
sólo hay un modo de aprender y ellos también lo comprobaron así
después de un millón de caídas
o más.
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