Cuando el ingenio logra sobreponerse al contexto

BALANCE 2017. Repaso por el universo del cómic durante esta temporada

Una lista importante, con algunos libros extraordinarios, dan cuenta de un panorama ávido. Lejos de la bonanza económica, la participación del Estado se revela fundamental, mientras los editores apelan a la conformación de colectivos.
La portada de "El Volcán", la edición más importante del año.
La portada de «El Volcán», la edición más importante del año. 

 

Con el ánimo puesto en publicar, hacer, leer, el mundo de la historieta tiene cuerda para rato. A manera de ejemplo, por estos días circula la confirmación de parte de Eduardo Risso y equipo sobre los prolegómenos de la novena edición de Crack Bang Boom, y la noticia no es cualquiera, ya que esta actividad es eje desde el que se articula el panorama. La presentación de libros tiene allí el lugar preferencial, por encima de las demás convenciones a nivel país. A saber, una treintena de títulos tuvieron panel dedicado durante la convención; entre ellos, muchos de factoría local.

Aun cuando la situación económica no sea la mejor y esté cada vez más lejos de una casi pretérita bonanza, lo cierto es que el sector se sabe consciente y articula las maneras desde las cuales proseguir. Entre estos dilemas, el rol del estado continúa fundamental. Crack Bang Boom, vale recordar, no sería posible (al menos, tal como es) sin la injerencia y logística que aporta la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad. Una labor que es reconocida no sólo a partir de la cantidad de asistentes (alrededor de 40 mil) sino desde algo todavía mayor: sin la participación de la Municipalidad de Rosario, el devenir de la historieta nacional no sería el mismo. Más vale tenerlo presente.

«Amarcord», de Natalia Novia, en «Historieta LGBTI».

Cuadritos ejemplares

Si Crack Bang Boom es el mérito que sobresale desde la tarea pública, también lo son las historietas publicadas por la Editorial Municipal de Rosario, que ya conforman un catálogo que ha cobrado una autonomía distintiva. A partir de la tarea en conjunto con el Area de Diversidad Sexual, Historieta LGBTI ha supuesto todo un hallazgo, respecto del libro resultante así como de la respuesta social que despierta. Un interés que es todo un acierto, porque pensar la diversidad desde la historieta significa darle al medio un reconocimiento implícitamente marginal, un rasgo que la historieta tuvo desde sus inicios, a veces mancillado por una hegemonía que se preocupa de limar asperezas, cuando son éstas, justamente, las mejores herramientas de las que dispone el medio. De este modo, Historieta LGBTI reúne una pluralidad de voces que son un muestrario de las diferentes maneras de entender el lenguaje del cómic. El jurado compuesto por Max Cachimba, Mariela Acevedo y Diego Trerotola, tuvo en sus manos la organización de uno de los libros del año, que debe ser analizado a la par de ese otro logro que es El Volcán.

¿Y qué es El Volcán? Es el mejor libro de historietas publicado durante 2017, surgido del interés compartido entre la EMR y Musaraña Editora, de Buenos Aires. El subtítulo que acompaña aclara de manera temática: «Un presente de la historieta latinoamericana». En principio, basta ver semejante librazo para corroborar el testimonio de trabajo que significa, con más de 40 autores latinoamericanos en combustión espontánea. Pero ojo, esa mixtura que explota tiene responsables: José Sainz (EMR) y Alejandro Bidegaray (Musaraña), las dos cabezas impresionantes que se pusieron a la tarea de enumerar, clasificar, discutir, las inclusiones que las páginas contienen. El resultado es asombroso, todo un acierto editorial que no deja de sorprender, y que debe ser ratificado: se trata de una editorial municipal que apuesta a la historieta, y lo hace desde el lugar más impensado y menos comercial. Para que quede claro: El Volcán habrá de ser (así como ya lo es Informe: Historieta argentina del siglo XXI, compilado por Sainz para EMR) uno de los libros fundamentales para pensar el derrotero de la historieta toda.

«Perro», del prolífico Renzo Podestá, que está en su mejor momento.

Libros con sello

Un repaso veloz por el hacer editorial de la ciudad arroja los siguientes nombres: Rabdomantes, Fog of War, Szama Ediciones, Términus; un repertorio de identidades afines pero bien distintas. Cada uno con una manera diferente de hacer historieta. Y eso es lo mejor que puede suceder. Más aún si se tiene en cuenta que la necesidad mutua de editar cómics ha provocado fusiones en forma de colectivos. De este modo, Rabdomantes y Fog of War integran Asedio, así como Términus y Szama hacen lo propio con Big Sur (junto a Le Noise y La Pinta). Big Sur, de hecho, dio un paso significativo al editar de manera grupal Almer Definitivo, de Manuel Loza, el libro que reúne todo lo hecho por el dibujante de Quilmes con su personaje, a la par de extras que vuelven a esta edición imprescindible: de temple sensible, el caballero pergeñado por Loza vive días artúricos y se pregunta por el significado mismo de la «heroicidad».

Desde lo particular, Szama Ediciones dio a conocer lo que ya es una rareza, al menos desde el criterio de publicación que lo sustenta. Perro, la más reciente creación del prolífico y cada vez mejor Renzo Podestá ‑-rosarino de vida cordobesa‑-, desglosa su desenlace en dos finales. La novedad está en que la dualidad no la contiene un solo libro, sino que se reparte en dos, parecidos pero diferentes. Una curiosidad que es mucho más, porque atiende al hacer formal del artista, a partir de una disyuntiva que en todo caso sabrá cómo resolver el lector. Además, Perro da muestras de que Podestá está en su mejor momento, con una claridad narrativa para la que no necesita diálogos, porque es la relación entre cuadritos la que basta para el relato. ¡Y qué relato!, atento a morder cualquier corrección, política y/o religiosa.

Los otros títulos presentados por Szama durante el año han sido Ser Súper, de Fernando Calvi, en donde el gran dibujante cordobés despunta el gusto por los superhéroes desde la artesanía digital; y La fuente de las cagadas, de El Waibe, peculiar dibujante que ha logrado una genialidad. El Waibe tiene un trazo que desconcierta y sin embargo sabe muy bien hacia dónde dirigir el relato, su claridad formal es sobresaliente. Así como le dijera a este diario, su personaje «tiene un culo en la cabeza, y es una especie de mesías que le saca la mierda interna a las personas». Lo más reciente de Szama es Rondador y Nocturno, de Martín Tejada y Mariano Taibo, basado en el videoclip de Bestia bebé, que dirigiera el propio Tejada.

Términus, en tanto, ha dejado en standby su preciada antología de mismo nombre ‑-que tanto se extraña, premiada en los Trillo 2017 de CBB-‑ para decantarse por libros unitarios, en un proyecto que fuera beneficiado con uno de los subsidios de Espacio Santafesino. La serie constará de tres títulos: hasta el momento se han dado a conocer un integral dedicado a RIP Van Hellsing, con guión de la dupla Enrique Barreiro/Hernán Ferrúa y dibujos de Enri Santana; y Tekton, de Gastón Flores y Lisandro Estherren. Van Hellsing es una historieta genial, con un dibujante que está en pleno uso de sus facultades, de una gracia narrativa que da cuenta del disfrute que el mismo autor experimenta con este cómic. Las historietas de este cazador de monstruos han sido publicadas en Italia, y fue la antología Términus la encargada de darlas a conocer por estas latitudes, todo un hallazgo.

El caso de Tekton merece un apartado, porque su dibujante, el entrerriano Estherren, no sólo es un maestro en lo suyo -‑planteo de página, blancos y negros, variedad de ángulos‑- sino que ya tiene proyección internacional, con trabajos publicados en Estados Unidos. Su guionista, Gastón Flores, parece que ha vivido el año soñado, ya que éste es uno de sus dos libros simultáneos. Tekton, a grandes rasgos, discurre entre mundos paralelos, de manera compleja, con temporalidad cambiante. La tapa de Estherren da gusto, invita a la aventura. Y Flores se anima a pergeñarla de un modo en donde hacer cohabitar varios géneros narrativos, como el policial y la ciencia ficción.

El otro (gran) libro de Gastón Flores es Legado de Sombras (en coedición con Capitán Barato Cómics), uno de los dos títulos que se desprenden de esa experiencia de webcomics insigne que es Alquimia Comics (https://alquimiacomics.wordpress.com/), a cargo de Flores y Federico Sartori. El dibujo es de Pablo Ayala, un virtuoso, alguien de quien se hablará mucho, capaz como es de crear climas de humedad y telarañas, entre sombras donde hundir el trazo para hacer surgir espectros. La edición en color es toda una jugada que ha salido rotundamente bien, sea por la calidad exhibida como por la aceptación lectora. El otro libro de Alquimia es Boras (coeditado con Mitomante), un viaje exorcista de la mano de un cura que no puede sacarse de encima una compañía demoníaca. El guión es de Sartori, y el dibujo de Nacho Lázaro dialoga desde aires cercanos con el arte de Mike Mignola, mientras sumerge la aventura en dos entregas de las que quiere saberse más. Hay un tercer y reciente título, En el desierto, de Lucas Fulgi y Matías Chenzo. Vale decir, lo que Alquimia está produciendo es de lo mejor, basta acercarse al archivo del sitio web para constatarlo.

El sello Rabdomantes viene creciendo y normalizando una producción que tenía a la antología Quimera como punta de lanza. Con un quinto número con tapa de Salvador Sanz, la revista pasó a retiro en beneficio de los libros. Entre ellos, el que se ha alzado con notoriedad es El Hombre Primordial, rescate de la recordada historieta de la dupla Mauro Mantella/Germán Erramouspe, publicada en revista Bastión hace poco más de una década. El Hombre Primordial es un acercamiento al cómic de superhéroes desde un verosímil cercano, aunque rápidamente se entretejen referencias que vuelven inasible la localización espacial. Vale decir, se trata de una historieta que juega con el género pero lo rarifica desde matices que no atienden a localismos reduccionistas. Se trata de una obra ineludible para pensar el desarrollo del medio. Lo todavía mejor es que Rabdomantes acaba de lanzar -‑a través del prepago, una práctica encaminada a ser vía operativa editorial-‑ Ucrónicas, dedicado a recopilar muchas de las historias cortas del guionista, con un plantel de dibujantes notable.

La otra novedad, en compañía inicial con el ahora extinto sello cordobés Atmósfera, es el entramado del universo «Ojo eléctrico», dedicado a reunir y hacer convivir distintos títulos, realizados por varios artistas junto a la varita del guionista cordobés Damián Connelly. Hasta el momento, los libros son: Psicocandy (Connelly/Nicolás Brondo), Flash Card Mistery Man (Connelly/Fernando Calvi) y Paint it Black (Rodrigo Canessa/Nicolás Barbera). Finalmente, Rabdomantes se dio el lujo genial de publicar El sueño es eterno, del uruguayo conocido como El Gordo Mario, en donde las convenciones del medio son alteradas en beneficio de la página completa, desde la relación casi intuitiva entre ellas, y un blanco y negro de contraste alto, como si se tratara de grabados.

Fog of War, en tanto, ha devuelto vida ni más ni menos que a Crazy Jack, una de las recordadas creaciones del guionista Gustavo Amézaga (Manuel Morini) y el dibujante Rubén Meriggi para las revistas de Editorial Columba. Un álbum de factura preciosa que convive con otras propuestas como Artemis -‑serie que presentó un tercer número‑- e Individuo H; el primero con dibujo de Guillermo Villarreal, y el segundo con Germán Peralta: los dos, artistas de temer, con trayectoria en el exterior y un futuro que apenas inicia. Entre ellos, el talento narrador de Ariel Grichener se está expandiendo y una de sus historietas previas, Chiko y Amigo (con dibujos de Sebastián Sala y Belén Andrade), promete edición en Estados Unidos y Canadá a través de la editorial Rats & Crows.

«Guerra de Soda», bellísimo libro de Jazmín Varela, que participó también de «El Volcán».

Y también

Por otra parte, el año trajo una nueva historieta del dibujante local Leo Sandler: Marca perro, de orientación infantil, con guión del uruguayo Rodolfo Santullo. Lo editó Pictus, de Buenos Aires, mismo editor de la antología Distopía (Volumen 1), en donde Santullo reunió talento con el rosarino Damián Couceiro, cuya claridad narrativa es siempre celebrada por este periodista.

Jazmín Varela despuntó con un libro bellísimo, que viene a coronar un recorrido con participación en la antología El Volcán. Con Guerra de soda la dibujante construye un relato de índole personal, en donde refiere de manera íntima y es a la vez capaz de acercar al lector desde un ánimo compartido. Se trata, también, del segundo libro de la colección que José Sainz desarrolla para Maten al mensajero; el primero fue el ineludible Notas al pie, de la cordobesa Nacha Vollenweider. Se trata de un trabajo formidable, que sitúa a Vollenweider como una de las mejores artistas del panorama, capaz como es de dar síntesis al drama con pocas viñetas, grandes, plásticamente vinculadas, en un blanco y negro introspectivo. Una obra maestra.

Mención especial para el libro Sudoku (Loco Rabia), con guión de Alejandro Farías y Otto Saizer, junto a los lápices del local Pablo Colaso. Es un libro de narrativa amena, con talante gráfico europeo, pretendidamente cercano a la denominada «línea clara», afín a los gustos estéticos del dibujante, quien puede dar carnadura al vínculo entre unos amigos tan cercanos como dibujados.

Finalmente, la antología Edípica (Loco Rabia/Mala Praxis) tuvo al guionista Walter Koza como encargado de organizar un variado recorrido sobre el rol materno, con la colaboración de algunos de los mejores trazos que tiene la historieta de la ciudad. La tapa de Diego Fiorucci, a manera de ejemplo, da cuenta de un artista de calidad excepcional.

Y si se trata de referir a grandes dibujantes locales, la mención mayor es para María Luque, reciente ganadora en la Feria del Libro de Guadalajara, México, con su historieta Casa transparente, en el rubro primera edición del Premio Novela Gráfica Ciudades Iberoamericanas. El galardón es organizado por la Unión de Ciudades Capital Iberoamericanas, el Ayuntamiento de Madrid y la Editorial Sexto Piso.